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¿Cómo se entiende que España esté abonada a los últimos puestos del Bocuse d’Or?
Enric Ribera Gabandé Me pregunto ¿Cómo es posible que siendo el país con la mejor gastronomía del mundo siempre hacemos el ridículo en el Bocuse d’Or? No sé si hacemos totalmente el ridículo o no, pero lo que es innegable es que cada edición tenemos garantizado los últimos puestos en este magno escaparate internacional. Contamos con el mejor cocinero del planeta. Con el mejor restaurante de los cinco continentes. Tenemos situados a cuatro chef españoles en la lista de los diez cocineros más influyentes del mundo. Nos tiran rosas y flores, nos alaban por todas partes, nos alzan hasta el cielo gastronómico. Resultado, 17º puesto en el Bocuse d’Or en la edición 2011 para el representante español a este prestigioso certamen, Juan Andrés R. Morilla.
Yo no entiendo nada. Hasta Suiza, Finlandia, Canadá, Paísos Bajos, China, Islandia, Alemania y Reino Unido, nos han pasado la mano por la cara a los españoles. Tan solo han quedado por detrás nuestro, representantes con tan poca cultura en la mesa como Malaysia, Argentina, Australia, Guatemala, Uruguay, Polonia e Indonesia. Pero, ¿dónde vamos? ¿Qué somos? ¿Qué imagen damos? ¿Somos, realmente el número uno del mundo? O es que el tema vivido en los últimos tiempos es un “boom” capitaneado por Ferran Adrià y sus secuaces que nos han dado delante el mundo una imagen semejante a la película “Alicia en el país de las maravillas”.
No quiero ser derrotista, aunque en el argumento me sostengo. Miren. Dinamarca, Suecia y Noruega, lo que es lo mismo decir, Escandinavia, se ha alzado hasta los altares sin hacer ruido, sin presumir de nada, sin hacer ostentación, sin ser ni los primeros ni los terceros, ni los últimos de la lista de países privilegiados. Los escandinavos, Rasmus Kofoed, de Dinamarca; Tommy Tommy Myllymaki, de Suecia; y Gunnar Hvarnes, de Noruega, se han llevado el gato al agua, como se dice vulgarmente, en el Bocuse d’Or de este año.
Quién lo iba a decir que cocineros de Europa que durante muchos años no se les ha dado ningún crédito culinario en el panorama internacional, a excepción del danés René Redzepi, hayan saboreado las mieles del éxito.
Paco Roncero, chef del restaurante el Casino de Madrid, un profesional con gran criterio en el sector y muy conocedor de éste, apuntaba en una entrevista que le realicé hace unos años, de que el jurado calificador era de elevada edad, y esto decía podía ser la causa del desacato año tras año de la embajada progresista española al Bocuse d’Or.
Realmente, yo no entiendo lo que pasa, pero la imagen que por una parte se da con la gran artillería de cocineros al frente de las misiones nacionales e internacionales, donde estamos representados hasta en la prestigiosa Universidad de Harvard, con cursos sobre cocina científica que imparte Adrià, se diluye en un escaparate mundial donde estamos obligados, por méritos propios, a optar cada año al Bocuse d’Or.
Este tema -pienso- se debería tomar en consideración, de lo contrario nos podemos ir convirtiendo en el hazme reír de la sociedad mundial.
E.mail: riberaenric@telefonica.net
www.rutasviajeras.com
www.lacuinadecatalunya.cat
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