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Un fisgón en la cocina de palacio
Un libro reconstruye una época a través de las mesas regias y los gustos de Amadeo I de Saboya y Alfonso XII Francisco de Asís miccionaba sentado, como las mujeres, y causó una penosa impresión a su esposa, Isabel II, "la de los tristes destinos", como la bautizó Pérez Galdós. La reina descubrió en su noche de bodas que la ropa interior de su consorte tenía "más puntillas que la suya". Ese y mil detalles más se conocen porque la historia ha husmeado en las alcobas de la realeza española del siglo XIX.
Pero por increíble que parezca se sabe mucho sobre las camas de los reyes y muy poco sobre sus cocinas. Ello hace muy apetitosa la investigación de Joan Sella Montserrat, escritor, periodista y detective culinario.Su última obra, Comer como un rey. Las mesas de Amadeo I de Saboya y Alfonso XII de Borbón (Ediciones Trea), se adentra en las entrañas del otro tálamo de palacio. Sus fogones.
El libro salpimenta erudición y amenidad. No es un título sólo para connaisseurs.Cualquiera devora sus recetas, citas y ricas anécdotas, como la del banquete nupcial de la marquesa de la Sofraga, en 1895, en el que hubo vinos de Jerez, Burdeos y Champagne. Nada que objetar, salvo que el novio era el Marqués de Riscal, cuya familia ya tenía por entonces sus afamadas bodegas de La Rioja. Unos años antes, en 1885, un requetecastizo regimiento de artillería celebró Santa Bárbara con un poelon à la mode de Va
En España y en la Europa aristocrática de aquel tiempo las mesas se servían "en francés": Napoleón fue derrotado; sus cocineros, no. Comer como un rey explica eso y que la guerra de los fogones que desató Santi Santamaria en el 2008, cuando arremetió contra la gastronomía desnaturalizada, no es nada en comparación con algunos enfrentamientos entre chefs decimonónicos. También descubre que el sorbete de espárragos, un invento de la cocina deconstructiva, ya se tomaba en el XIX.
O que la españolísima croqueta no siempre estuvo aquí, sino que vino de Francia y no apareció en nuestra literatura hasta 1833, de la mano de Larra. A pesar de que Joan Sella Montserrat se centra en Amadeo ...
Domingo Marchena
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