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Los estadounidenses ahogan sus penas en el vino
Enric Ribera Gabandé La crisis no es obstáculo. La cultura del vino, por sorprendente que pueda parece, está muy establecida en Estados Unidos. Los estadounidenses le están cogiendo el gusto al buen caldo. Son buenos tiempos para la industria, y es que en plena crisis mucha gente ahoga sus penas en el vino. A la vista todo indica que hay una beta abierta en este negocio para los importadores. Los norteamericanos bebieron el año pasado 2.846 millones de litros de vino, cantidad equivalente a 9,37 litros por persona, según el Wine Institute.
La media de consumo está aún a medio camino de Europa. La consultora Wine Intelligence calcula que en Estados Unidos hay 73 millones de consumidores habituales, sobre una población de 300 millones. Esto equivale a una cifra de negocio próxima a los 28.000 millones de dólares anuales en ventas, según Beverage Information Group. Y si continúa creciendo a este ritmo, señalan los analistas de la industria, Estados Unidos rebasará a Italia y Francia como el mayor mercado del mundo en el 2012.
En Wine Intelligence creen que Estados Unidos es un mercado del que pueden sacar tajada las bodegas extranjeras, entre ellas, las españolas, si se adaptan a su cultura. El vino español tiene una asignatura pendiente allí. Sólo un 20% de los consumidores beben vino español, según un estudio realizado por esta firma para el Observatorio Español del Mercado del Vino.
No hay duda que el desconocimiento de los caldos españoles es general. El 75% de los amantes del vino en Estados Unidos es incapaz de mencionar alguna región vitivinícola española. La más conocida es Jerez (40%), seguida por Valencia (37%), y la Rioja(25%).
La clave para triunfar en Estos Unidos está en la edad. El vino se está convirtiendo en la bebida favorita a una edad cada vez más temprana y entre las mujeres, pero el grueso del consumo de caldos importados y de calidad está por encima de los 30 años.
La otra clave para abrirse camino en el mercado estadounidense está en manejarse con el sistema de distribución del vino, muy fragmentado por no decir opaco. El consumidor, por el contrario, es débil y disperso. Esto provoca importantes diferencias de precios, sobretodo en restaurantes.
Trabajar con inteligencia y perseverancia en Estados Unidos deja las puertas abiertas a los vinos españoles, que además pueden compir con unos precios mucho más ventajosos que los argentinos, californianos y chilenos, por poner un ejemplo.
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